Proyecto Nostra et Mundi

El pasado viernes se presentó en las Cortes de Castilla y León el proyecto Nostra et Mundi, del que María José Martínez Ruiz es la comisaria y donde también participan, entre otros, Miguel Ángel Zalama e Isabel Escalera, una iniciativa que tiene como dar a conocer a la sociedad, de forma atractiva, el patrimonio de Castilla y León disperso fuera de España. Es un proyecto impulsado por la Fundación Castilla y León, en el que se ha trabajado junto con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando e investigadores de la Universidad de Burgos y Universidad Complutense de Madrid.

Nostra et Mundi es una plataforma digital que ofrece un catálogo de más de 250 obras –y en constante ampliación– vinculadas a Castilla y León pero conservadas hoy en el exterior. En cada ficha se muestra la historia de la pieza, de dónde proceden y las circunstancias que motivan su presencia actual en contextos tan alejados de su emplazamiento original.

Noticia en el Gabinete de Comunicación de la UVa.

Intervención en el Máster Universitario en Investigación y Gestión del Patrimonio Histórico-Artístico y Cultural

Los profesores Jesús F. Pascual Molina y Álvaro Pascual Chenel intervienen en el Máster Universitario en Investigación y Gestión del Patrimonio Histórico-Artístico y Cultural de la Universidad de Murcia, en el contexto de las asignaturas «Nuevos Conceptos y Usos del Patrimonio» (12 de febrero) y «Mercado del arte» (5 de marzo), respectivamente.

Nueva publicación: Sub Umbra Alarum

Ve la luz una nueva publicación, resultado de las investigaciones de nuestro grupo: Sub umbra alarum. Ceremonial y coleccionismo en las cortes hispánicas de la Edad Moderna. El libro, editado por Trea, recoge dieciséis ensayos sobre temas diversos, con el nexo común de las artes en la Edad Moderna, en los ámbitos del coleccionismo y el ceremonial.

Los conceptos de magnificencia, ostentación y lujo jugaron un papel crucial en el Antiguo Régimen. El primero se relaciona con la virtud de los poderosos; los otros eran inherentes a los personajes de alcurnia, que lo manifestaban a través del consumo suntuario. Vestidos, joyas, tapices, armaduras, e incluso realizaciones efímeras, constituyeron parte esencial de la sociedad cortesana en la que, como señaló el sociólogo Norbert Elias, el consumo de prestigio era capital.

Basta repasar los inventarios de los poderosos para darse cuenta de que, durante la Edad Moderna, las obras de arte en realidad valoradas fueron esas que hoy calificamos de decorativas, incluso para coleccionistas de la talla de Felipe II. Igualmente se percibe esta actitud en las colecciones nobiliarias, en las que, además, las mujeres fueron grandes protagonistas, ejerciendo un papel importante no solo en el mecenazgo, sino también como activas agentes artísticas.

Las artes contribuyeron también a la promoción del linaje, ya fuera a través de fundaciones y dotaciones de espacios religiosos, la erección y amueblamiento de mansiones nobiliarias, o a través de la creación de colecciones y bibliotecas. Fueron una pieza clave en la fiesta cortesana y su objetivo de construcción de la imagen del poder. Para esto, además de lo tangible, las obras de arte en sí, los textos fueron fundamentales. Correspondencia, crónicas u ordenanzas, contribuyeron no solo a difundir los actos cortesanos y el lujo de sus participantes, sino que también permitieron su pervivencia en el tiempo, constituyendo igualmente una herramienta fundamental del poder a través del ritual.

El ceremonial y el coleccionismo solo pudieron darse con la protección de algunos poderosos, por lo que este libro lleva por título las palabras de salmo, Sub umbra alarum, texto que ya Isabel la Católica, una de las grandes coleccionistas de obras de arte, tomó como divisa.

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